Hay en sus ojos
un girar de dragones
verdes, con cuernos de oro,
Es su linda nariz
un giño a un cuento infantil.
Y sus labios, oh señor,
nunca los hubo mejores,
nunca, en toda la creación.
Y su cabello es un mar
de oro, que no deja de girar,
y arremolinarse, y saltar,
y en el que querría hundirme
y no ser visto ya jamás.
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